lunes, 25 de noviembre de 2013

“Te amo tanto que no te necesito” (Epílogo).

              


            Lo parezca o  no, ensayamos con el amor de forma permanente, aunque no siempre sepamos hacerlo bien y los resultados puedan dejar mucho que desear. Es evidente que vamos navegando por la Existencia experimentando sin cesar; Y lo hacemos a través de un proceso de ensayo-error que nos educa, progresiva y paulatinamente, en nuestra búsqueda de Luz y de Belleza. Como escribía el psicoanalista canadiense Guy Corneau, en su libro “La sanación del corazón”: “El amor nos educa tanto mediante el gozo como mediante la pena. Nos abre y, de éxito en fracaso, nos hace cada vez más capaces de amar. Su fin último parece ser enseñarnos a amar sin freno, sin medida, sin apegos y sin expectativas."




            Cuando el amor florece, se ama sin condiciones. Se es “amador” en vez de “amante”. Se es amable y amoroso en lugar de celoso y exigente. El “amante” “ama” a cambio de ser amado, a cambio de algo que desea… Su “amor” todavía no es más que un intercambio: “si tú te portas bien conmigo y me das justo lo que yo deseo… entonces yo intentaré portarme bien contigo… para que me sigas dando lo que deseo…” Aún hay mercantilismo, aún hay dependencia. Pero cuando, definitivamente, florece el amor, el "amador" ama porque Sí. ¡No puede remediarlo! Ama como expresión de su ser, igual que un pájaro canta a la mañana y una flor se abre a los rayos del sol…



            Mientras el “amor” sea posesivo, generará esclavitud y dependencia. Y cuando el “amor” crea dependencia, cuando te hace dependiente del otro, entonces también te hace su adversario… su enemigo. Si te has vuelto dependiente del otro, sientes que no puedes vivir sin él… y entonces tu libertad queda condicionada, destruida… Y el amor sólo puede expresarse en libertad. El “amor” que coarte la libertad acaba por degenerarse, por convertirse en rabia… en resentimiento y, finalmente… en odio. En cambio, el amor que te ofrece la libertad es el que se hace eterno. Un amor sin pretensiones de posesividad. Un Amor sin condiciones y sin expectativas, como escribía Corneau.



            Generalmente, se confunde el desapego con la indiferencia, pero en realidad es todo lo contrario: amar sin apego es amar con las manos abiertas. Por todo ello, no querría acabar este ciclo de artículos sobre el amor sin transcribir el Decreto de Desapego que enseñaba Say Baba y que me inspiró el título genérico de los posts: “Te amo tanto que no te necesito”. Say Baba sugería que cerráramos los ojos y que evocáramos a un ser querido, un ser clave en nuestra vida. Entonces, habíamos de decir, desde lo más profundo de nuestro corazón: Amor “mío”: “Ya no te necesito para ser feliz”.

Ya no te necesito para ser feliz…
Ya no te necesito, en absoluto, para ser feliz…
Ya no te necesito, nunca más, para ser feliz…

A ver si se puede entender, con claridad: YA NO TE  NE-CE-SI-TO  PA-RA  SER  FE-LIZ.
Pero, ojo: ¡Te amo tanto! ¡Tanto!     Que he llegado a un punto en que te amo tanto… que ya no te necesito para ser feliz…
¡Ya te siento en mí!
¡Tú siempre estás en mí!
Yo, toda la vida creí que te amaba… pero necesitaba tu permanencia en mi vida…
Ahora ya estás en mí de una forma tan profunda… y yo estoy en ti…
Estés o no estés en el cuerpo… estás en mí.
Si tu quisieras seguir conmigo en esta vida… ¡Uau…!
Entonces diría: ¡Gracias! ¡Gracias, Universo! ¡Gracias, Kosmos…!
Pero si tú no siguieras en esta vida…
Si tu no siguieras porque te vas… te vas… o TE VAS…
¡Bueno, está bien! Porque ya estás en mí…
¡Entiéndeme: te amo, te amo…!
TE AMO… pero no te necesito.
¡Te adoro tanto que no te necesito!
Antes, toda mi vida te amaba y te necesitaba todo el tiempo… con lo que no era un amor del todo puro, del todo incondicional. Estaba condicionado por mi apego, por mi miedo…
Ahora te amo, pero no te necesito.
Si quieres venir conmigo… ¡ADELANTE! “Que el sol faci el dia molt mes llarg” (como cantaba Lluís Llach”), pero no dependo de ello.

“Si em dius adéu
vull que el dia sigui net i clar. 
Que cap ocell 
trenqui l'harmonia del seu cant. 
Que tinguis sort 
i que trobis el que t'ha mancat en mi.” 

 (Lluis Llach)



Escrito por:Lauren Sangall. Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona-      T. 93 751 63 54      e-mail: laurensangall@gmail.com 

lunes, 11 de noviembre de 2013

Te amo tanto que no te necesito” (3ª. parte) (“¡Qué miedo da el Amor!”).



El Amor, explicaba en los posts anteriores, constituye la verdadera esencia de todo lo real. Por ello, el Amor representa una necesidad tan profunda que nos resulta del todo imposible vivir sin él. Sin embargo, lo paradójico del asunto es que al mismo tiempo… le tenemos miedo. ¡El Amor es lo contrario del miedo y, para colmo, resulta que le tenemos miedo al Amor! ¡Siempre, siempre la paradoja! Antoni de Mello nos lo mostraba recordándonos aquel precioso diálogo Zen entre un joven discípulo y su viejo maestro:


-¿Que es el amor?- preguntó el discípulo.
-La ausencia total de miedo- contestó el maestro.
-¿Y qué es a lo que tenemos miedo?- volvió a preguntar el discípulo.
-¡Al Amor- respondió el maestro- … al Amor!


De todas maneras, en vista de que su “consumo” es de tan vital necesidad, algo había que hacer, y entonces ocurre lo que dice el viejo refranero, que “a falta de pan…  buenas son tortas.” Y así, sucede que en ausencia del valor necesario para atrevernos con el verdadero Amor, nos vamos apañando con sustitutos y sucedáneos (“ensayos de amor”). Y cuando uno anda tan necesitado, hasta con lo falso se disfruta (¡Al menos por un tiempo!).


          Si, en cambio, llegáramos hasta la ausencia total de miedo, entonces abriríamos las manos y los brazos y nos ofreceríamos sin condiciones como un corazón tendido al sol, dejándonos fundir con la existencia.  En una ausencia total de miedo temblaríamos, pero de gozo, como una gota de rocío que se ofrece confiada a la luz de la mañana, y bailaríamos a todas horas porque el amor es la danza de la Vida. Pero aún no sabemos llegar a eso y mientras vamos desarrollando la capacidad de amar con plenitud, diferentes y múltiples formas de egoísmo, que a la vez son reacciones defensivas ante el miedo, se disfrazan de “amor”, de la misma forma que el lobo de la fábula lo hacía con la piel del cordero. Es el proceso inevitable de ensayo-error para dominar el arte y el oficio.

            Así, todo amor particular y exclusivo suele estar cargado, en mayor o menor medida, de posesividad y de exigencias, sin apenas darnos cuenta de que la exigencia, en sí misma, ya es un acto de egoísmo. Pero la mente, a menudo, suele ir de un extremo al otro y tanto se descarría por exceso como por defecto. De ahí que, incluso, la opinión popular del “sacrificio romántico” también parta de un error de medida, de un desequilibrio. En la idea de que si se ama a alguien, entonces se ha de anteponer siempre la felicidad del ser amado a la propia, hay una distorsión, pues la felicidad de una persona no debe sustentarse en el sufrimiento de otra. Esto me recuerda la reflexión ética de Spinoza, cuando escribió aquello de que “el que da sin placer, no es generoso, sino, tan sólo, un avaro que se esfuerza.” Es del todo injusto exigir a nadie a que renuncie a su derecho a la felicidad, mientras que, por otro lado, el dar ha de ser siempre la expresión de un sentimiento jubiloso: si cuando damos no sentimos alegría, entonces… es que no estamos dando.




Con todo esto es fácil confundirse, pues el apego y el aferramiento simulan a toda costa un amor intenso, cuando la verdad es que difícilmente van más allá de la dependencia y el refugio. Por su parte, los celos y la posesividad también reclaman “derechos de amor”, cuando, en realidad, navegan entre el narcisismo y la neurosis. La mentalidad obsesiva y  mercantilista da por hecho que  todo es susceptible de ser comprado y vendido, y poder decir: “esto es mío”, para pretender ejercer un control total sobre ello, incluso con las personas, alienándolas y rebajándolas, así, a la categoría de objetos.


            Pretender cambiar al otro porque queremos que se comporte como a nosotros nos gustaría es robarle su libertad, es usurparle su derecho existencial a asumir su responsabilidad, a decidir su propia vida. A veces, justificamos nuestras exigencias autoritarias pretendiendo saber mejor que nadie lo que al otro le conviene y aludiendo que actuamos “por su propio bien”, cuando en el fondo lo que suele ocurrir es que no nos atrevemos a soltar nuestra interesada visión, nuestro apego posesivo y, de esta forma, atentamos contra el respeto y la sagrada libertad de la persona.

            Y ya que comenzaba este post revelando la idea de que el Amor, en el fondo, nos da miedo (ya lo preanunciaba con el subtítulo), pues bien, vaya como colofón la reflexión consecuente: el amor nos da miedo… porque el Amor representa una muerte…




            …Representa  una muerte, tal vez aún más profunda, más total que a lo que habitualmente llamamos muerte, que es a la muerte física… Pues entrar en el Amor, zambullirse en el Amor es lanzarse a un abismo profundo: una caída libre hacia el fondo del otro, hacia el fondo del mundo, hacia el fondo de la Vida… hacia el fondo de Dios… Un viaje hacia el fin de la Noche, donde entregamos el ego. Pues el Amor… es la muerte del Ego.


            Miren por donde, esto me recuerda a una antigua canción de Los Chunguitos, aquella vieja rumba que jaleaba: “Si me das a elegir/ entre tú y mis ideas/ que yo sin ellas/ soy un hombre perdido./ ¡Ay, amor… me quedo contigo!”

             Continúa  -y acaba- en el próximo post.)


Escrito por:Lauren Sangall. Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona-      T. 93 751 63 54      e-mail: laurensangall@gmail.com 

            

domingo, 3 de noviembre de 2013

"La Incertidumbre." (Curso-Taller de Despertar de la Conciencia)



La Sabiduría de la Incertidumbre.

·         El tercer taller de esta temporada está dedicado a la Incertidumbre.

·         La búsqueda de la Seguridad representa la necesidad psicológica fundamental y, sin embargo, no es más que una ilusión, puesto que la seguridad existencial no existe.

·                 La Vida es Incertidumbre constante.

·         Entrar valerosamente en lo nuevo, en lo incierto, en lo desconocido y  abrazar la incertidumbre nos abre a la Evolución Consciente y a la auténtica sabiduría.

       Incorporar  la incertidumbre permanente está en el corazón del Tao. Saber aceptarla y abrazarla nos transforma prodigiosamente, realizándonos y haciéndonos sentir plenamente humanos.

·         Cuando se logra aceptar la Incertidumbre se deja de buscar “el camino”, pues se descubre que lo importante no es el camino marcado… sino el “aprender a caminar.”

·         La auténtica Vida no discurre por caminos trazados previamente por otros, sino que se experimenta recorriéndola “campo a través.”

·         Un taller para aprender a vivir la Incertidumbre... y recuerden que "Vivir en la Incertidumbre... es la única manera de vivir."



CURSO-TALLER:

EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA.


El Curso-Taller de Despertar de la Conciencia representa un itinerario a recorrer durante la temporada 2013-14, el Primer Viernes de cada mes.

Un recorrido para realizar con el cuerpo, la mente y el corazón. Supone un encuentro con “el camino de  vuelta”, el cual nos va acercando a un conocimiento profundo de nosotros mismos.

En el Curso-Taller, las reflexiones teóricas se complementan con ejercicios vivenciales de Atención Plena, Meditación, Conciencia Sensorial, Ingesta Consciente, Biodanza y Musicoterapia, entre otros.

Si bien, en su conjunto, el Curso-Taller mantiene una continuidad y consistencia interna, para dar una visión más global e íntegra de lo transpersonal, cada Taller mensual representa una unidad y puede asistirse, de forma puntual, a los que se prefiera.




Fecha del taller de la Incertidumbre:   Viernes, 15 de Noviembre de 2013
Lugar: Can Rosich (Pineda)
Horario: de 17 a 21 h.
Imparte:  Lauren Sangall  (Psicoterapeuta)
Precio: 30 €  (incluye consumición de coktail en la tertulia de despedida).
Materiales necesarios: ropa cómoda, zapatillas, esterilla y cojín.           


Contacto para reservas: Tel. 93 751 63 54   
                                     e-mail: laurensangall@gmail.com